Lo barato sale caro

Nuestros clientes nos han contado todas las peripecias que han tenido que pasar durante la pandemia. Esta época de oficio casero ha servido para entender que el tiempo es muy valioso, que el ahorro de recursos es fundamental y que hay tareas que es mejor dejarlas en manos de profesionales.

En medio de mis ganas de hacer muchas cosas en el apartamento, aprovechando que nunca tenía tiempo de hacerlo porque no paraba nunca allí, decidí echar a la lavadora todas las cobijas y cubrelechos para darles una buena limpieza. Todo bien, hasta que tuve la brillante idea de lavar el plumón que no solo salió empapado, sino que nunca logré que se secara bien. La humedad que se le filtró todavía sigue ahí”, nos confesó otra clienta que entendió que una cosa es lavar y otra muy distinta secar una pieza grande y mucho más cuando se trata de una con relleno como es una cobija de plumas.

“No he podido quitarle ese olor a humedad que le quedó. He tratado por todos los medios de reparar el daño hecho y hasta quemé mi secador tratando de echarle aire caliente por dentro, pero todo ha sido inútil”, nos dice algo resignada cuando tuvo que comprar otra porque una vez el plumón se llena de hongos ya no hay mucho por hacer. “En general, no me fue muy bien con la lavada en casa: dañé varias cosas, se me encogieron otras, se me destiñeron algunas, pero al final me di cuenta de que lo único que no puedo recuperar es el tiempo que le invertí a estos oficios”, dice.

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